PATAKIS YORUBA
(Santeria)
HISTORIA DEL
CAZADOR (5-4)
Había un
cazador que todos los días iba a cazar, y todos los animales que cazaba, iba donde
Olofi y le brindaba la sangre.
Pero antes,
le quitaba la cabeza y la botaba.
La llena de curiosidad, al ver que su
marido traía la cabeza de todos los animales, quiso saber a qué se debía esa
anomalía, y una noche después que el marido se acostó, le puso en el saco donde
él echaba los animales, una gran cantidad de cenizas; para así seguir el rastro cuando él saliera
a cazar.
Y así lo
hizo al siguiente día, así que cuando él acabó de cazar fue para la casa de
Olofi como todos los días y ella iba detrás.
Se escondió detrás de un árbol, pero Olofi la
vio y la hizo salir, diciéndole, por curiosa: ¡Maldita seas!
Y por esto,
desde ese día, todas las mujeres tienen período todos los meses.
PATAQUIN DE
YEMBO Y EL CABALLO DE SHANGO
(6-10)
(10-6)
Shangó era
un Rey potentado y de su reino desapareció su caballo favorito y no aparecía
por ninguna parte.
Hacía muchos
años que él no veía a su madre, ni ella a él.
Shangó dio
órdenes terminantes a sus soldados, para que atraparan vivo o muerto al que se
había robado su caballo.
Por esos
tiempos, su madre, que estaba desmemoriada y enferma, pasando trabajo y
necesidades, se fue a registrar e hizo Ebbó y le salió que cuando fuera a la
ciudad, llevara una rama de Egüe, Oca bien verde. Todo lo cual hizo la madre de
Shangó, pero cuando pasó por el bosque que estaba seco, mustio, debido a la
tremenda sequía que asolaba a la comarca, el caballo de Shangó, que estaba allí
hambriento, siguió detrás de la rama verde que llevaba en la mano la madre de
Shangó, hasta la ciudad donde todo el mundo buscaba al caballo.
Y cuando los
soldados vieron a Llembo, que así era como se llamaba la madre de Shangó, venir
con el caballo, la apresaron, llevándola a presencia del Rey, que como hemos
dicho, era Shangó.
Este, cuando
reconoció a su madre, dijo:
-Suelten a
esa señora, que es mi madre.
Y Shangó se
tiró en el delante de su madre, y eso hicieron
también todos los presentes.
LA COMIDA DE
OBBATALA OBBARA
TONTI OBBARA (6-6)
Cuando
Obbatalá le entregó el mando a Shangó, como éste era joven, nadie lo quería
respetar ni considerar y todos los días había alguien que le iba c a Obbatalá, de Shangó.
Obbatalá
llamaba a Shangó y se lo decía, ya que Obbatalá, por ser quien es, nunca anda
con rodeos para decir las cosas. Tantos fueron los cuentos, que un día Shangó
le dijo a Obbatalá: - "Papá, ¿por qué todos los días le dicen algo de mi,
y nada de eso que dicen es verdad?
Pero
Obbatalá, que conocía la seriedad de Shangó, le dijo: - "Hijo mío, yo
quisiera que tú hicieras una comida para todos mis hijos y para mí; quisiera
que tú me hicieras o cocinaras lo más bueno que hay en el mundo".
Shangó hizo
la comida a los hijos de Obbatalá, tal como él lo había pedido e hizo para
Obbatalá de res. A lo que Obbatalá dijo:
-
"Shangó, ¿lengua es la mejor comida del Mundo?" Dijo Shangó:
"Sí, papá, un buen Ashé es lo mejor del mundo".
Transcurrió
algún tiempo y Obbatalá volvió a decirle a Shangó que hiciera una comida para
todos sus hijos, pero para él hiciera lo más malo que hay en el Mundo, de
comer. Shangó le cocinó para él otra vez lengua, y Obbatalá le dijo:
"Shangó, si la otra vez me hiciste lo mismo y me dijiste que era lo mejor,
¿por qué hiciste lo mismo como lo más malo?" Y Shangó le respondió:
"Papá, una buena lengua salva a un pueblo, pero una mala lengua, puede ser
la perdición del mismo pueblo". Y Obbatalá le dijo: "Tienes razón,
Shangó.
Ahí naciste,
en Obbara Melli y es por lo que tú ves que todos los días dicen algo de ti, y
precisamente, eso te hará más grande por cuanto que, el día que no te
mencionen, en bien o en mal, dejarías de ser Shangó". Y dijo Shangó: CABBI
ESILE (no pasó nada).
ODDI UNLE
(7-8)
Allebí tenía
tres hijos que eran santeros y todos se dedicaban a otro trabajo que no era el
de los caracoles.
Los dos
mayores se dedicaban a los trabajos del campo, porque no quisieron aprender los
ritos de Osha, y nunca hacían Ebbó porque no querían gastar su owó. Pero
pasaron los años y los trabajos que ellos hacían se agotaron; mientras que el
más pequeño, ejercía de Orihaté.
Los dos
mayores, que a veces el menor tenía que socorrerlos económicamente, porque no
tenían trabajo, le cogieron envidia.
El más chico
tenía una novia en el pueblo y acostumbraba a ir a visitarla todos los días, a
las dos de la tarde y a las ocho de la noche.
Un día, sus
dos hermanos idearon dar y así lo quitaban del medio; pensaron
que una buena distancia de la casa de su novia, que se levantaba una gran peña
en el mar, en este lugar podían darle muerte a su hermano. Le fueron con
chismes de la novia a donde estaba el hermano y le dijeron que ésta todos los
días, a las nueve de la noche, se ponía a hablar con un hombre; y que, después
lo besaba, según ellos se lo podían demostrar.
Ciego por
los celos, no puso reparo alguno en comprobar si era cierto lo que le decían
sus dos hermanos.
Suerte del
hermano más chico, que el día antes había hecho Ebbó, con una tabla de su
tamaño, con siete varas de soga, algodón y le salió que lo botara en la peña
que quedaba frente a la casa de su novia; la tabla estaba atada a la soga y al
caer al mar, quedó enredada en la punta de una piedra que sobresalía de la
peña.
Al día
siguiente, fueron los tres hermanos, a comprobar lo que según ellos decían de
la novia del más chiquito, y le dijeron: Mira. Y al virarse éste para mirar al
lugar donde le habían señalado, lo empujaron al mar y se fueron.
Cuando sus fueron a buscarlo y vieron que no
estaba en el pueblo, fueron en busca de los hermanos de este, estos estaban
actuando como Orihaté.
Mientras el
más chico luchaba por llegar a la tabla de su Ebbó, y así pudo llegar a la
orilla, estaba todo harapiento y con hambre; se dirigió a su casa, y allí dio
gracias a todos sus Orishas. Y al salir se enteró, que sus dos hermanos estaban
haciendo un Itá, se dirigió donde ellos se encontraban y en aquel momento
estaban hablando de muerto, de acuerdo con la letra que había salido en dicho
Itá. Dio tres golpecitos en la puerta; al abrir la puerta, el primero que lo
vio fue el que hacía de Orihaté y cuando vio aquel espectro de su hermano que parecía
una visión, del susto quedó muerto y los que estaban allí se asustaron y éste
les contó lo sucedido.
Entonces los
Iworos acabaron con su otro hermano y él siguió de Orihaté de toda aquella
comarca.
Esta explica que, él que nació para una cosa, más tarde o
más temprano tendrá que ser para lo que vino a este mundo; que no le pres a los chismes; no confíe ni de sus
hermanos y muchos menos de los Iworos como usted. Acérquese más a sus mayores
muertos, si usted es caracolero, será un gran Santero, no intente coger otro
camino que no sea el Santo. Usted triunfará, déle gracias a Yemayá y a Elegguá
y a los muertos y procure por todos los que su primer ahijado sea
Olo-Obbatalá.
Era en un
tiempo que Orunmila andaba de ambulante, no era nadie ni tenía trabajo, ni
dinero, ni casa. Tenía una situación bastante precaria; pero andando los días,
se encontró con un señor que se llamaba Biaguoná haciéndole gracias a distintos
señores que estaban reunidos en un lugar apartado del pueblo.
Orunmila se
detuvo a contemplar aquel espectáculo y veía cómo algunos se alejaban
disgustados, mientras otros le tiraban monedas fraccionarias a aquel individuo,
grotesco para unos y gracioso para otros. También observaba Orúnmila, como en
vez de tirarle monedas, había en el quienes le daban de comer como
platanitos, bollitos.
Orúnmila en
ese instante, pensó relacionarse y hacer con él, si podía, y así lo hizo y
logró su propósito.
Entonces,
después de conocerse, salieron juntos caminando y Orúnmila empezó a contarle a
Biaguoná, que no era otro que Elegguá, su mala situación; entonces Biaguoná se
compadeció de él, pero sin revelarle nunca quién era él, verdaderamente.
Biaguoná
también le contaba de su vida a Orúnmila. Este oía con
resignación y no decía nada, porque no tenía ninguna fórmula para aliviar su
situación, y comprendiendo que Elegguá sí tenía resuelta su vida, por cuanto
antes lo vio ganar dinero y comida; él pensaba todo esto, pero no se atrevía a
hablar, siendo un hombre de sus condiciones. Biaguoná lo comprendió y le dijo:
- Orúnmila,
¿por qué no vamos a donde Olofi para que éste nos trace una pauta a seguir?
Elegguá
podía por sí solo resolver el problema de Orúnmila, pero tenía miedo de hacer
un pacto a espaldas de Olofi y que Orúnmila lo traicionara, decidió llevarlo a
donde estaba él.
Puestos de
acuerdo, llegaron juntos ante Olofi e hicieron un pacto de ayuda mutua, sin
orgullo ni traiciones.
Resultó que
comenzaron a trabajar juntos, Elegguá en la esquina y Orúnmila en un suntuoso
palacio que constaba de dos . Elegguá enviaba los Aleyos que
encontraba para que él los consultara e indicara Ebbó. De esta manera Orúnmila
llegó a conquistar fama y fortuna.
De acuerdo
con el pacto, Orúnmila debía de mandarle a Elegguá todos los días la comida a
la esquina, lugar que éste no podía abandonar.
Orúnmila ya
no daba abasto a la gran cantidad de personas que Elegguá mandaba para
registrar, y dado el excesivo trabajo que tenía Orúnmila, no le mandaba la
comida a Elegguá con regularidad.
Asímismo, se
iba enorgulleciendo y llenándose de vanidad con lo que ganaba y la fama que
había adquirido, y uno de esos días que Elegguá tenía mucha hambre, con uno de
los señores que él recomendó a Orúnmila, le envió un recado diciéndole que ya
era hora de comer y que tenía hambre. El Aleyo se alegró grandemente de ser
portador de ese recado, porque de esa manera se le facilitaba mejor ver a
Orúnmila, y en cuanto llegó fue lo primero que hizo saber a Orúnmila, y
entonces éste le contestó: "Sí, es verdad. Ese es mi criado".
Después que
el Aleyo hubo de registrarse, fue donde estaba Elegguá y se pusieron a
conversar de distintos tópicos y entre otras cosas, Elegguá le dijo que
Orúnmila y él eran socios, expresión ésta que le causó gran asombro al Aleyo,
ya que Orúnmila le había dicho que Elegguá era su criado. Entonces el Aleyo le
confesó que Orúnmila le había manifestado que el era su criado.
Disgustado
Elegguá, con el proceder de Orúnmila, no le mandó más Aleyo a registrar, y es
más, cuando alguien le preguntaba por que consultaba, él le indicaba otro
lugar.
Pasaban los
días y los Aleyos ya no acudían a registrarse, hasta el extremo que hubo días
que no fue ni un solo Aleyo a consultar a Orúnmila. Debido a esta situación,
creada por la de Elegguá, Orúnmila tuvo que bajar
del palacio a preguntarle a Elegguá, qué ocurría, ya que los Aleyos no subían
al palacio a registrarse. Y éste le respondió, que si él conocía a alguien que
pudiera vivir sin comer.
Orúnmila no
hizo la menor objeción y trató de arreglarse de la mejor manera con Elegguá,
cosa que logró a medias.
Entonces
Orúnmila, creyendo que Elegguá estaba conforme con lo nuevamente convenido,
intentó marcharse para el palacio y Elegguá le dijo:
- Tenemos
que volver a donde Olofi para garantizar este nuevo pacto.
Fueron donde
Olofi y a este le causó extrañeza lo narrado por Elegguá, de acuerdo con la
acusación que hizo Elegguá. Y no pudiendo Orúnmila alegar ninguna razón,
entonces Olofi dice: "Queda roto el pacto que hicieron". Y Elegguá
dijo: "Sí señor".
Acto
seguido, Orúnmila le da cuenta a Olofi de los términos del nuevo pacto que
habían concertado.
Oída la
conversación de Orúmila, Olofi le preguntó a Elegguá si aceptaba, y éste le
dice que sí, pero con una condición, que Orúmila reconozca que él es un
Príncipe y no un criado, y para que no se le olvide jamás, Elegguá llevará la
insignia de una pluma de loro en la cabeza que lo distinga como tal.
Esta es la
pluma de loro que llevan todos los Elegguá hechos de maza, hasta hoy en día.
NLE IROSO
(8-4)
Los pájaros
se reunieron y acordaron, llenos de envidia, acabar con el Algodón, pues decían
que él, como siempre estaba vestido de blanco, se daba mucha importancia.
Fueron donde
estaba la Luna y ésta les ofreció mandar hasta que se pudriera.prometiópara quemarlo. La lombriz quedó en
meterse en su raíz y perforarlo. El Viento quedó en arrasarlo y los pájaros se
iban a comer su semilla para evitar su
Pero el
Algodón se enteró de todo lo malo que estaban tramando contra él y fue a registrarse,
saliéndole rogación con la ropa que tenía puesta y que cuando acabara, la
pusiera al pie de la loma.
Así lo hizo,
y sucedió que un día, bajando Obbatalá por esa loma, se le ensució la ropa
(pero no con la que el Algodón había dejado allí) y se quitó la sucia y se puso
aquella limpia, y ene gracias, quiso premiar al que
había dejado allí la ropa y fue al pueblo y preguntó quién había sido, pero
todos, creyendo que era algo malo, dijeron que no sabían nada y que el único
que podía haber sido era el Algodón, con ideas de fastidiarlo.
Entonces
Obbatalá llamó al Algodón y le preguntó: ¿tú fuiste el que dejaste la ropa en
la loma?
El le
respondió que sí y le contó por qué.
Entonces
Obbatalá le dijo:
Al principio
del mundo, nadie trabajaba; todo el mundo vivía de lo poco que Olofi le daba,
como cuando un padre tiene varios hijos y todos viven a expensas de él. Pero
dentro de aquellos hijos, había uno que se llamaba Orishaoko, que dada la
necesidad que pasaba, se dedicó a labrar sembrar, producir distintas clases
de granos para el alimento. Olofi vio que Orishaoko trabajaba y era bueno y que
los demás se agotaban y no tenían qué comer y morían de inanición; como Olofi
necesitaba terminar su obra, llamó a Orishaoko y le dijo: - - "Hijo mío,
dale un poco de comida de la que tú produces a tus hermanos". ¿Y mis
hermanos qué me darán a mí?, objetó Orichaoco. Olofi le dijo: - "Si ellos
no tienen nada".
Orishaoko le
contestó: - Yo trabajo y tengo.
Entonces
Olofi le dijo: - "Déjame ver una de tus manos".
Orishaoko se
la mostró y Olofi, señalándosela, le dijo: - Tú ves Orishaoko, cómo esta es una
mano, parte de tu cuerpo, y los dedos de ella no son iguales; el meñique y el
anular no son iguales, ni el del medio y el índice; tampoco el índice es igual
al pulgar y sin embargo todos son de la misma mano. Como ves todos son hermanos
y ninguno es igual.
Entonces fue
que Orishaoko, uniendo las dos manos y enseñándoselas a Olofi, le dijo: - Mira
papá, las dos manos tienen cinco dedos cada una y los diez no son iguales, pero
unidas las dos, no son iguales. Olofi dijo: - Es verdad hijo, pero una es Otún
y la otra . Otún tiene más que Osi.
Orishaoko le
respondió: - Bien papá, ya que yo tengo esa fuerza, ese poder, entonces
trabajaré para los hombres y para todos los seres vivientes, ¿y qué me darán ade mi fuerza, mi energía, mi vigor
perdidos para que ellos vivan?
He aquí el
pacto:
- Bien hijo
mío, en recompensa de tu energía, vigor, fuerza y todo lo que te quiten, yo
Olofi, dispongo: "Que mientras el mundo sea mundo, todos los que de ti
vivan, todo lo que se mueve en la , todos los que la pisen, los vivos
morirán, los que no sienten se pudrirán, en fin, todos los que pisen tu cuerpo,
te nutrirán y vigorizarán.
OBE SA -
ELLEUNLE OSA (8-9)
Dice, que
usted tenía un altar a un Santo en su casa y todos los años lo alumbraba.
Obbatalá dice, que ahora está desatendido, porque usted lo ha quitado. Tiene
que ponerlo, haciendo otro y ponerle todo nuevo en distinta forma a la que
tenía o estaba, porque ese Santo así lo reclama. Cuando usted empiece a hacer
el altar, usted irá progresando, porque Obbatalá ve que usted se empeña en
hacer lo que él quiere, y le dará una suerte el día que usted menos lo piense.
En un pueblo
había un carpintero muy famoso por lo curioso que realizaba su trabajo, en eso
Obbatalá necesitaba hacer un trono, pero necesitaba un maestro carpintero para
que se lo hiciera, por lo que indagando, se enteró de dicho carpintero, y por
la indicación,
Videos de Religion y cantos para los Orishas
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