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lunes, 4 de julio de 2016

Patakis



PATAKIS YORUBA
 (Santeria)


HISTORIA DEL CAZADOR (5-4)
 
Había un cazador que todos los días iba a cazar, y todos los animales que cazaba, iba donde Olofi y le brindaba la sangre.
Pero antes, le quitaba la cabeza y la botaba.
La llena de curiosidad, al ver que su marido traía la cabeza de todos los animales, quiso saber a qué se debía esa anomalía, y una noche después que el marido se acostó, le puso en el saco donde él echaba los animales, una gran cantidad de cenizas; para así  seguir el rastro cuando él saliera a cazar.
Y así lo hizo al siguiente día, así que cuando él acabó de cazar fue para la casa de Olofi como todos los días y ella iba detrás.
Se escondió detrás de un árbol, pero Olofi la vio y la hizo salir, diciéndole, por curiosa: ¡Maldita seas!
Y por esto, desde ese día, todas las mujeres tienen período todos los meses.

PATAQUIN DE YEMBO Y EL CABALLO DE SHANGO
  (6-10) (10-6)
 
Shangó era un Rey potentado y de su reino desapareció su caballo favorito y no aparecía por ninguna parte.
Hacía muchos años que él no veía a su madre, ni ella a él.
Shangó dio órdenes terminantes a sus soldados, para que atraparan vivo o muerto al que se había robado su caballo.
Por esos tiempos, su madre, que estaba desmemoriada y enferma, pasando trabajo y necesidades, se fue a registrar e hizo Ebbó y le salió que cuando fuera a la ciudad, llevara una rama de Egüe, Oca bien verde. Todo lo cual hizo la madre de Shangó, pero cuando pasó por el bosque que estaba seco, mustio, debido a la tremenda sequía que asolaba a la comarca, el caballo de Shangó, que estaba allí hambriento, siguió detrás de la rama verde que llevaba en la mano la madre de Shangó, hasta la ciudad donde todo el mundo buscaba al caballo.
Y cuando los soldados vieron a Llembo, que así era como se llamaba la madre de Shangó, venir con el caballo, la apresaron, llevándola a presencia del Rey, que como hemos dicho, era Shangó.
Este, cuando reconoció a su madre, dijo:
-Suelten a esa señora, que es mi madre.
Y Shangó se tiró en el delante de su madre, y eso hicieron también todos los presentes.

LA COMIDA DE OBBATALA OBBARA TONTI OBBARA (6-6)
 
Cuando Obbatalá le entregó el mando a Shangó, como éste era joven, nadie lo quería respetar ni considerar y todos los días había alguien que le iba c a Obbatalá, de Shangó.
Obbatalá llamaba a Shangó y se lo decía, ya que Obbatalá, por ser quien es, nunca anda con rodeos para decir las cosas. Tantos fueron los cuentos, que un día Shangó le dijo a Obbatalá: - "Papá, ¿por qué todos los días le dicen algo de mi, y nada de eso que dicen es verdad?
Pero Obbatalá, que conocía la seriedad de Shangó, le dijo: - "Hijo mío, yo quisiera que tú hicieras una comida para todos mis hijos y para mí; quisiera que tú me hicieras o cocinaras lo más bueno que hay en el mundo".
Shangó hizo la comida a los hijos de Obbatalá, tal como él lo había pedido e hizo para Obbatalá  de res. A lo que Obbatalá dijo:
- "Shangó, ¿lengua es la mejor comida del Mundo?" Dijo Shangó: "Sí, papá, un buen Ashé es lo mejor del mundo".
Transcurrió algún tiempo y Obbatalá volvió a decirle a Shangó que hiciera una comida para todos sus hijos, pero para él hiciera lo más malo que hay en el Mundo, de comer. Shangó le cocinó para él otra vez lengua, y Obbatalá le dijo: "Shangó, si la otra vez me hiciste lo mismo y me dijiste que era lo mejor, ¿por qué hiciste lo mismo como lo más malo?" Y Shangó le respondió: "Papá, una buena lengua salva a un pueblo, pero una mala lengua, puede ser la perdición del mismo pueblo". Y Obbatalá le dijo: "Tienes razón, Shangó.
Ahí naciste, en Obbara Melli y es por lo que tú ves que todos los días dicen algo de ti, y precisamente, eso te hará más grande por cuanto que, el día que no te mencionen, en bien o en mal, dejarías de ser Shangó". Y dijo Shangó: CABBI ESILE (no pasó nada).

ODDI UNLE (7-8)
 
Allebí tenía tres hijos que eran santeros y todos se dedicaban a otro trabajo que no era el de los caracoles.
Los dos mayores se dedicaban a los trabajos del campo, porque no quisieron aprender los ritos de Osha, y nunca hacían Ebbó porque no querían gastar su owó. Pero pasaron los años y los trabajos que ellos hacían se agotaron; mientras que el más pequeño, ejercía de Orihaté.
Los dos mayores, que a veces el menor tenía que socorrerlos económicamente, porque no tenían trabajo, le cogieron envidia.
El más chico tenía una novia en el pueblo y acostumbraba a ir a visitarla todos los días, a las dos de la tarde y a las ocho de la noche.
Un día, sus dos hermanos idearon dar y así lo quitaban del medio; pensaron que una buena distancia de la casa de su novia, que se levantaba una gran peña en el mar, en este lugar podían darle muerte a su hermano. Le fueron con chismes de la novia a donde estaba el hermano y le dijeron que ésta todos los días, a las nueve de la noche, se ponía a hablar con un hombre; y que, después lo besaba, según ellos se lo podían demostrar.
Ciego por los celos, no puso reparo alguno en comprobar si era cierto lo que le decían sus dos hermanos.
Suerte del hermano más chico, que el día antes había hecho Ebbó, con una tabla de su tamaño, con siete varas de soga, algodón y le salió que lo botara en la peña que quedaba frente a la casa de su novia; la tabla estaba atada a la soga y al caer al mar, quedó enredada en la punta de una piedra que sobresalía de la peña.
Al día siguiente, fueron los tres hermanos, a comprobar lo que según ellos decían de la novia del más chiquito, y le dijeron: Mira. Y al virarse éste para mirar al lugar donde le habían señalado, lo empujaron al mar y se fueron.
Cuando sus  fueron a buscarlo y vieron que no estaba en el pueblo, fueron en busca de los hermanos de este, estos estaban actuando como Orihaté.
Mientras el más chico luchaba por llegar a la tabla de su Ebbó, y así pudo llegar a la orilla, estaba todo harapiento y con hambre; se dirigió a su casa, y allí dio gracias a todos sus Orishas. Y al salir se enteró, que sus dos hermanos estaban haciendo un Itá, se dirigió donde ellos se encontraban y en aquel momento estaban hablando de muerto, de acuerdo con la letra que había salido en dicho Itá. Dio tres golpecitos en la puerta; al abrir la puerta, el primero que lo vio fue el que hacía de Orihaté y cuando vio aquel espectro de su hermano que parecía una visión, del susto quedó muerto y los que estaban allí se asustaron y éste les contó lo sucedido.
Entonces los Iworos acabaron con su otro hermano y él siguió de Orihaté de toda aquella comarca.
Esta explica que, él que nació para una cosa, más tarde o más temprano tendrá que ser para lo que vino a este mundo; que no le pres a los chismes; no confíe ni de sus hermanos y muchos menos de los Iworos como usted. Acérquese más a sus mayores muertos, si usted es caracolero, será un gran Santero, no intente coger otro camino que no sea el Santo. Usted triunfará, déle gracias a Yemayá y a Elegguá y a los muertos y procure por todos los que su primer ahijado sea Olo-Obbatalá.


Era en un tiempo que Orunmila andaba de ambulante, no era nadie ni tenía trabajo, ni dinero, ni casa. Tenía una situación bastante precaria; pero andando los días, se encontró con un señor que se llamaba Biaguoná haciéndole gracias a distintos señores que estaban reunidos en un lugar apartado del pueblo.
Orunmila se detuvo a contemplar aquel espectáculo y veía cómo algunos se alejaban disgustados, mientras otros le tiraban monedas fraccionarias a aquel individuo, grotesco para unos y gracioso para otros. También observaba Orúnmila, como en vez de tirarle monedas, había en el  quienes le daban de comer como platanitos, bollitos.
Orúnmila en ese instante, pensó relacionarse y hacer  con él, si podía, y así lo hizo y logró su propósito.
Entonces, después de conocerse, salieron juntos caminando y Orúnmila empezó a contarle a Biaguoná, que no era otro que Elegguá, su mala situación; entonces Biaguoná se compadeció de él, pero sin revelarle nunca quién era él, verdaderamente.
Biaguoná también le contaba  de su vida a Orúnmila. Este oía con resignación y no decía nada, porque no tenía ninguna fórmula para aliviar su situación, y comprendiendo que Elegguá sí tenía resuelta su vida, por cuanto antes lo vio ganar dinero y comida; él pensaba todo esto, pero no se atrevía a hablar, siendo un hombre de sus condiciones. Biaguoná lo comprendió y le dijo:
- Orúnmila, ¿por qué no vamos a donde Olofi para que éste nos trace una pauta a seguir?
Elegguá podía por sí solo resolver el problema de Orúnmila, pero tenía miedo de hacer un pacto a espaldas de Olofi y que Orúnmila lo traicionara, decidió llevarlo a donde estaba él.
Puestos de acuerdo, llegaron juntos ante Olofi e hicieron un pacto de ayuda mutua, sin orgullo ni traiciones.
Resultó que comenzaron a trabajar juntos, Elegguá en la esquina y Orúnmila en un suntuoso palacio que constaba de dos . Elegguá enviaba los Aleyos que encontraba para que él los consultara e indicara Ebbó. De esta manera Orúnmila llegó a conquistar fama y fortuna.
De acuerdo con el pacto, Orúnmila debía de mandarle a Elegguá todos los días la comida a la esquina, lugar que éste no podía abandonar.
Orúnmila ya no daba abasto a la gran cantidad de personas que Elegguá mandaba para registrar, y dado el excesivo trabajo que tenía Orúnmila, no le mandaba la comida a Elegguá con regularidad.
Asímismo, se iba enorgulleciendo y llenándose de vanidad con lo que ganaba y la fama que había adquirido, y uno de esos días que Elegguá tenía mucha hambre, con uno de los señores que él recomendó a Orúnmila, le envió un recado diciéndole que ya era hora de comer y que tenía hambre. El Aleyo se alegró grandemente de ser portador de ese recado, porque de esa manera se le facilitaba mejor ver a Orúnmila, y en cuanto llegó fue lo primero que hizo saber a Orúnmila, y entonces éste le contestó: "Sí, es verdad. Ese es mi criado".
Después que el Aleyo hubo de registrarse, fue donde estaba Elegguá y se pusieron a conversar de distintos tópicos y entre otras cosas, Elegguá le dijo que Orúnmila y él eran socios, expresión ésta que le causó gran asombro al Aleyo, ya que Orúnmila le había dicho que Elegguá era su criado. Entonces el Aleyo le confesó que Orúnmila le había manifestado que el era su criado.
Disgustado Elegguá, con el proceder de Orúnmila, no le mandó más Aleyo a registrar, y es más, cuando alguien le preguntaba por  que consultaba, él le indicaba otro lugar.
Pasaban los días y los Aleyos ya no acudían a registrarse, hasta el extremo que hubo días que no fue ni un solo Aleyo a consultar a Orúnmila. Debido a esta situación, creada por la de Elegguá, Orúnmila tuvo que bajar del palacio a preguntarle a Elegguá, qué ocurría, ya que los Aleyos no subían al palacio a registrarse. Y éste le respondió, que si él conocía a alguien que pudiera vivir sin comer.
Orúnmila no hizo la menor objeción y trató de arreglarse de la mejor manera con Elegguá, cosa que logró a medias.
Entonces Orúnmila, creyendo que Elegguá estaba conforme con lo nuevamente convenido, intentó marcharse para el palacio y Elegguá le dijo:
- Tenemos que volver a donde Olofi para garantizar este nuevo pacto.
Fueron donde Olofi y a este le causó extrañeza lo narrado por Elegguá, de acuerdo con la acusación que hizo Elegguá. Y no pudiendo Orúnmila alegar ninguna razón, entonces Olofi dice: "Queda roto el pacto que hicieron". Y Elegguá dijo: "Sí señor".
Acto seguido, Orúnmila le da cuenta a Olofi de los términos del nuevo pacto que habían concertado.
Oída la conversación de Orúmila, Olofi le preguntó a Elegguá si aceptaba, y éste le dice que sí, pero con una condición, que Orúmila reconozca que él es un Príncipe y no un criado, y para que no se le olvide jamás, Elegguá llevará la insignia de una pluma de loro en la cabeza que lo distinga como tal.
Esta es la pluma de loro que llevan todos los Elegguá hechos de maza, hasta hoy en día.




NLE IROSO (8-4)
 
Los pájaros se reunieron y acordaron, llenos de envidia, acabar con el Algodón, pues decían que él, como siempre estaba vestido de blanco, se daba mucha importancia.
Fueron donde estaba la Luna y ésta les ofreció mandar hasta que se pudriera.prometiópara quemarlo. La lombriz quedó en meterse en su raíz y perforarlo. El Viento quedó en arrasarlo y los pájaros se iban a comer su semilla para evitar su
Pero el Algodón se enteró de todo lo malo que estaban tramando contra él y fue a registrarse, saliéndole rogación con la ropa que tenía puesta y que cuando acabara, la pusiera al pie de la loma.
Así lo hizo, y sucedió que un día, bajando Obbatalá por esa loma, se le ensució la ropa (pero no con la que el Algodón había dejado allí) y se quitó la sucia y se puso aquella limpia, y ene gracias, quiso premiar al que había dejado allí la ropa y fue al pueblo y preguntó quién había sido, pero todos, creyendo que era algo malo, dijeron que no sabían nada y que el único que podía haber sido era el Algodón, con ideas de fastidiarlo.
Entonces Obbatalá llamó al Algodón y le preguntó: ¿tú fuiste el que dejaste la ropa en la loma?
El le respondió que sí y le contó por qué.
Entonces Obbatalá le dijo:
- Ashé To, desde hoy todo el que trate de hacerte quedará ciego.

Al principio del mundo, nadie trabajaba; todo el mundo vivía de lo poco que Olofi le daba, como cuando un padre tiene varios hijos y todos viven a expensas de él. Pero dentro de aquellos hijos, había uno que se llamaba Orishaoko, que dada la necesidad que pasaba, se dedicó a labrar sembrar, producir distintas clases de granos para el alimento. Olofi vio que Orishaoko trabajaba y era bueno y que los demás se agotaban y no tenían qué comer y morían de inanición; como Olofi necesitaba terminar su obra, llamó a Orishaoko y le dijo: - - "Hijo mío, dale un poco de comida de la que tú produces a tus hermanos". ¿Y mis hermanos qué me darán a mí?, objetó Orichaoco. Olofi le dijo: - "Si ellos no tienen nada".
Orishaoko le contestó: - Yo trabajo y tengo.
Entonces Olofi le dijo: - "Déjame ver una de tus manos".
Orishaoko se la mostró y Olofi, señalándosela, le dijo: - Tú ves Orishaoko, cómo esta es una mano, parte de tu cuerpo, y los dedos de ella no son iguales; el meñique y el anular no son iguales, ni el del medio y el índice; tampoco el índice es igual al pulgar y sin embargo todos son de la misma mano. Como ves todos son hermanos y ninguno es igual.
Entonces fue que Orishaoko, uniendo las dos manos y enseñándoselas a Olofi, le dijo: - Mira papá, las dos manos tienen cinco dedos cada una y los diez no son iguales, pero unidas las dos, no son iguales. Olofi dijo: - Es verdad hijo, pero una es Otún y la otra . Otún tiene más que Osi.
Orishaoko le respondió: - Bien papá, ya que yo tengo esa fuerza, ese poder, entonces trabajaré para los hombres y para todos los seres vivientes, ¿y qué me darán ade mi fuerza, mi energía, mi vigor perdidos para que ellos vivan?
He aquí el pacto:
- Bien hijo mío, en recompensa de tu energía, vigor, fuerza y todo lo que te quiten, yo Olofi, dispongo: "Que mientras el mundo sea mundo, todos los que de ti vivan, todo lo que se mueve en la , todos los que la pisen, los vivos morirán, los que no sienten se pudrirán, en fin, todos los que pisen tu cuerpo, te nutrirán y vigorizarán.

OBE SA - ELLEUNLE OSA (8-9)
 
Dice, que usted tenía un altar a un Santo en su casa y todos los años lo alumbraba. Obbatalá dice, que ahora está desatendido, porque usted lo ha quitado. Tiene que ponerlo, haciendo otro y ponerle todo nuevo en distinta forma a la que tenía o estaba, porque ese Santo así lo reclama. Cuando usted empiece a hacer el altar, usted irá progresando, porque Obbatalá ve que usted se empeña en hacer lo que él quiere, y le dará una suerte el día que usted menos lo piense.
En un pueblo había un carpintero muy famoso por lo curioso que realizaba su trabajo, en eso Obbatalá necesitaba hacer un trono, pero necesitaba un maestro carpintero para que se lo hiciera, por lo que indagando, se enteró de dicho carpintero, y por la indicación,
 





Videos de Religion y cantos para los Orishas 
 


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